Hace unos ocho años, dí mis primeros pasos como docente de Artes Plásticas en un centro de jubilados.
Fiel a mi formación académica, en las primeras clases, me dispuse a dar ejercicios de dibujo para que, poco a poco, vayan adquiriendo la teoría y la técnica para empezar a pintar.
Pronto se hicieron evidentes las ausencias… las caras de decepción, y comprendí que algo andaba mal.
Los ejercicios resultaban tediosos , entonces me dí cuenta de que lo que aquellas personas venían a buscar al taller, era el deseo por demostrarse que podían pintar un cuadro , sin esperar a tener todos los conocimientos previos , hacer una obra y disfrutar de ello, de su creación .
Decidí adaptarme a la situación y brindarles esa posibilidad que tanto ansiaban.
Entendí que mi función era la de acompañar y guiar ese proceso con mi saber, para que “todos”, con o sin experiencia previa, pudieran demostrarse “que podían”.
Poco a poco, en sentido inverso a lo que yo creía entonces, irían a través de la práctica adquiriendo conocimiento, tomando confianza en su capacidad expresiva y creativa, y disfrutando…sobre todo disfrutando de pintar, de crear y de expresarse.
Y así fue…La experiencia fue maravillosa, y la evolución artística de mis alumnos y alumnas fue en incremento.
El taller lo fuimos construyendo entre todos, en base a las necesidades de cada uno, en una reciprocidad y resonancia permanente.
En poco tiempo teníamos una gran producción de cuadros que crecían sin parar.
Año tras año expusimos en el club, para compartir el fruto de todo el año de trabajo con familiares y amigos; así como también en otros espacios otorgados por la municipalidad de Vicente López, con mucho éxito.
Y seguimos trabajando y disfrutando de esta experiencia tan maravillosa!
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